Oh, Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús, manantial de misericordia para nosotros, en Ti confío. (Diario de Santa Faustina 187)

martes, 11 de octubre de 2011

La leyenda del judio errante

Leyendas Bíblicas: La leyenda del judio errante
Jueves, 16 Abril 2009 - Gerardo Jofre


En Jerusalén, aquellos peregrinos cristianos que hacen las estaciones de la pasión, se detienen frente a la denominada “Puerta Judiciaria”, se trata de la séptima estación, y es allí donde desde antaño algunos situaban la casa y tienda del Judío Errante.

¿Quién es el Judío Errante?, ¿Cual es su leyenda?, ¿ Existió realmente?



Cuenta Mateo de París que en su tiempo, allá por el año 1229, viajaba por Inglaterra un arzobispo armenio, que llevaba cartas comendaticias del Papa para que le enseñasen todas la reliquias y los monumentos religiosos de aquel pueblo. Preguntado por los personajes más distinguidos en virtud, ciencia y posición acerca del Judío Errante, el Prelado contestó que estaba en Armenia; y uno de los familiares aseguró que era el portero de la casa de Pilato, llamado Catafilo, que viendo que los judíos arrastraban a Jesús fuera del Pretorio, le dio un puñetazo en la espalda, para arrojarle más pronto de allí. Jesús le dijo entonces:“El Hijo del Hombre se va; pero tu aguardarás su venida”. Catáfilo se convirtió al cristianismo, y fue bautizado por Ananías, que le dio el nombre de Joseph. Vive aún y cuando llega a la edad de cien años cae enfermo, en una especie de deliquio, durante el cual rejuvenece y se vuelve a la edad de treinta años que tenía a la muerte de Jesús.

Otro de los familiares del Arzobispo armenio afirmaba que su señor conocía al Judío Errante, con el cual había comido poco tiempo antes de salir del país; que respondía con mucha gravedad y sin reírse a cuantas preguntas se le hacían sobre hechos de la antigüedad; por ejemplo, acerca de la resurrección de los muertos que salieron de sus sepulcros cuando Cristo fue crucificado, sobre la vida de los Apóstoles y de otros Santos. Estaba en un continuo sobresalto, esperando de un momento la venida del Mesías en el día del juicio, porque entonces es cuando él debe morir. El crimen que cometió, arrojando a Jesucristo del Pretorio, le hacía temblar; sin embargo, esperaba el perdón, porque pecó por ignorancia.

Fray Benito Jerónimo Feijoo en sus cartas eruditas y curiosas, nos cuenta como Jacobo Basnage, autor protestante, en su obra “Historia de los judíos” cuenta hasta tres Judíos Errantes. El primero más antiguo , llamado Samer, en pena de haber fundido el becerro en tiempos de Moisés. Otro llamado Catafilo, el portero de Pilatos, anteriormente mencionado. Y por último el siguiente:

En Hamburgo apareció el Judío Errante en el año 1547. Era de edad como de cincuenta años, de elevada estatura y larga cabellera, que le caía sobre la espalda; vestía modestamente y andaba descalzo, aún en el rigor del invierno. De este modo se presentó en la Catedral de Hamburgo un domingo de aquel año, durante los oficios, y se puso a escuchar al orador con atención y recogimiento ejemplares. El obispo de Sleswig, Pablo de Eizen, le preguntó que quién era, y respondió que judío, por nombre Asuero (Ahseverús), zapatero de profesión, que había sido testigo de la crucifixión de Cristo, desde cuya época andaba errante. Decía que había conocido a los Apóstoles, y contaba con admirable precisión y oportunidad todas las revoluciones acaecidas en la serie de siglos de su larga existencia. Cuando Jesús marchaba al Calvario, cargado con la cruz, quiso descansar un poco delante de la tienda de Asuero, el cual rechazando a Jesús con violencia brutal, “fuera de aquí”, le dijo, a lo que repuso Jesús: “no descansaré en este lugar; pero tú no cesarás de andar hasta el último día”. “En castigo de mi insolvencia, añadía, marcho de esta suerte por el mundo sin detenerme en parte alguna”.
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Retrato de Feijoo por Gerardo Jofre.

Según el citado obispo, aquel judío observaba una conducta ejemplar, hablaba poco, y sólo cuando se le preguntaba. Si se pronunciaba ante el nombre de Jesús, inclinaba profundamente la cabeza y se daba golpes de pecho; y si oía juramentos o blasfemias, suspiraba desde el fondo del corazón y exclamaba: “¡Cuan desgraciado eres, vilisima criatura! Si hubieses visto lo que yo he visto, y que de suplicios y dolores ha costado tú salud a tú Salvador, antes sufrirías mil muertes que blasfemar de su santo nombre”. Cuando se le invitaba a comer, comía y bebía muy parcamente; si se le ofrecía dinero, sólo aceptaba ocho sueldos (la tradición sostiene que este personaje no posee nunca más de cinco monedas de cobre de que disponer a la vez, pero que encuentra siempre esta mezquina suma en su bolsillo), que distribuía entre los pobres, diciendo que aquel que Dios cuida de nada tiene necesidad. Jamás reía, y siempre hablaba la lengua del país en que se hallaba. Muchos personajes de diversos puntos del globo, distinguidos por su virtud, ciencia y posición, atestiguaban haberle visto en España, Polonia, en Rusia, en Alemania, en Suecia, en Inglaterra, Escocia, etc.

Cristóbal Krauff cuenta que, siendo secretario de la embajada de España, le vio en Madrid (1575); y describe su talle, vestido, conducta y modales, añadiendo que hablaba perfectamente la lengua española. El mismo personaje misterioso fue visto en Viena, en Austria (1599), en Lubec( 1610), en Livonia, en Cracovia, Polonia y Moscú ( entre 1616 y 1634), en Sajonia ( 1604), y en 1672 en Astracán. Y Rodolfo Bouthray asegura que también apareció en París y en otros puntos de Francia.

Respecto a Francia, el autor del Espión Turco (1643), hizo en varias cartas referencia al Judío Errante, a quién vio en París y éste le dijo que su nombre era Michob-Ader, y que había sido portero del Diván de Jerusalén.

El historiador Mitternachs refiere que en 1630 se presentó en la parroquia de San Wenceslao de Numbourg un hombre grave y decentemente vestido, y que habiéndose colocado frente del predicador le escuchaba con atención extraordinaria; se daba muchos golpes en el pecho, lloraba, inclinaba la cabeza del lado derecho, y no pudiendo permanecer largo tiempo sobre el mismo pié, inclinábase ya adelante, ya atrás, de suerte que los que allí estaban le creyeron loco. Acabado el sermón, le preguntaron quién era; a lo que respondió que judío y zapatero; que andaba errante desde el día de la pasión de Jesucristo; que había vivido en Jerusalén, cerca de la puerta que conducía al Calvario; que deseando Jesús descansar en su taller, cuando pasaba por allí, cargado con la cruz, le arrojó brutalmente; que entonces Jesús, echándole una mirada llena de compasión, le dijo: “Yo decansaré tú no tendrás punto de reposo hasta que yo vuelva, en el día del juicio”; que para expiar su falta no descansaba, en efecto, ni de día ni de noche, sino que caminaba constantemente, esperando, no obstante, alcanzar el perdón de su pecado y entrar algún día en el cielo; pues sin milagro evidente no podía vivir tan largos siglos, falto de sueño y de descanso. Añade Mitternachs que habiéndosele querido detener, para que compareciese ante los jueces eclesiásticos, desapareció, sin que se hubiese vuelto a saber más de él, y que muchas gentes le tuvieron por el verdadero Judío Errante; pero otras muchas por un impostor.

A fines del mismo siglo XVII apareció en Inglaterra otro Judío Errante, que pretendía tener mil setecientos años de edad y haber sido empleado en el tribunal de Jerusalén, cuando Jesús fue condenado a muerte. En aquella ocasión arrojó bruscamente del Pretorio al Señor, diciéndole: “fuera, fuera ¿ por qué estás aquí?” A lo cual Jesús respondió: “Yo me voy; pero tú andarás hasta mi venida”. Aseguraba que había conocido a todos los Apóstoles, y que se acordaba de su fisonomía, de su voz, de su vestido. Había recorrido todos los pueblos de la tierra, y no cesaría de andar errante hasta el fin de los siglos. Pretendía curar a los enfermos, con sólo tocarlos; hablaba muchas lenguas, y discurría sobre puntos de historia con tanta exactitud, que dejaba admirados a cuantos le oían. Los más sabios doctores de las Universidades de Inglaterra jamás pudieron convencerle de contradicción. Decía que estaba él en Roma cuando Nerón mandó prender fuego a la ciudad, y que entre muchos personajes conoció a Mahoma, Saladino, Tamerlan, Bayaceto, Soliman el Magnífico. Todo esto consta en carta escrita desde Londres por la Sra. Mazarina (la Duquesa Hortensia Mancini; sobrina del cardenal Manzarini) a la Duquesa de Bouillon, cuyo original vio Calmet, y que plasmó en su obra: La Sainte Bible avec des notes literales, critiques et historiques, des prefaces et des dissertations, tires du commentaire de Dom Augustin Calmet, Abbè de Senones, de Mr. L’Abbè De Vence et des Auteurs les plus cèlebres, t.V. pag.85-92. 1779.

La pronta recepción de esta leyenda en España e Italia viene dada por el manuscrito RB II/2808 que contiene una traducción italiana, copiada a principios del siglo XVII, de la versión alemana de la leyenda del judío errante.

Una vez hemos visto las versiones más conocidas de esta leyenda, podemos concluir:

1.- Que no hay mención alguna de esta leyenda en los escritos apócrifos neotestamentarios, ni tampoco en los primeros escritos cristianos.

2.-Que se trataría de una leyenda cristiana cuyo origen más temprano puede remontarse a los tiempos del Emperador Constantino ( s. IV).

3.-Que la versión oriental de la leyenda es la de Mateo de París, extendida por este monje de San Albano, en Inglaterra durante el siglo XIII. Aquí el Judío Errante es llamado “ Catafilo” o Cartaphilus y es el Portero de Poncio Pilatos.

4.-La versión de Occidente, le da el nombre de Ahseverus o Ahsevero o Asuero y dice que éste ejercía el oficio de zapatero en Jerusalén.

5.-Hay una versión musulmana de la leyenda que se remonta al año 6 de la Hégira, después de que los árabes tomaron la ciudad de Holvan, en Siria. Según la leyenda, Fadhilahc, el jefe de las tropas árabes, tuvo un encuentro con un hombre quién dijo llamarse Serib-Bar-Elia, quien habitaba este mundo por orden de Jesucristo hasta su segunda venida. Cuando se le preguntó por cuando sería la segunda venida, aquel le respondió: “ Cuando los varones y hembras se mezclasen sin distinción de sexos: cuando la abundancia de víveres no minorase su precio: cuando los pobres no hallasen quien los socorriese, por estar enteramente extinguida la caridad: cuando los Templos, dedicados al verdadero Dios, fuesen ocupados por los Idolos; entonces estaría próximo el Juicio final”.

7.-En Europa la leyenda tuvo su máximo auge entre los siglos XVI y XVII, pero durante el siglo XVIII y XIX comienza su declive, tachándose de creencia absurda. No obstante, Feijoo señala que el origen de esta leyenda pudo tener un origen remoto sobre un hecho verdadero, pero ahora desfigurado.

8.-Otros autores proponen a la figura del Judío Errante y su leyenda, como el símbolo de la Diáspora Judía. Término que se usa para definir al hecho y a la causa del exilio judío fuera de Palestina y su posterior dispersión por el mundo.

Bibliografía consultada:

- Santiago, Jerusalén, Roma - Diario de una Peregrinación por los catedráticos D. José Mª Fernández Sánchez y D. Francisco Freire Barreiro- edición año 1881).

- Cartas eruditas y curiosas/ Tomo II, carta XXV por Benito Jerónimo Feijoo 1876-1764)

- Diccionario Enciclopédico hispano Americano- Edición Montaner y Simón Editores- Barcelona, 1892.

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